El agua dentro del hogar: Una conexión inusual
No siempre entiendes al momento por qué haces lo que haces, luego llega la respuesta
Hubo un tiempo en el cual meditaba todas las mañanas unos diez minutos antes de comenzar, luego pasó a ser cada dos días y así sucesivamente hasta desapareció el hábito. O, al menos, eso creía. Me di cuenta que no había dejado un lado la meditación, sino que la había modificado e implementado a otras actividades de mi día a día. Y no, no es escribir ni leer, sino de bañarme y fregar.
Aún no comprendo por qué fregar para algunas personas es tan caótico en el sentido de que cae bajo las cosas que más odian en el mundo. Para mí, es un momento de reflexión entre los trastes y yo, por lo que todo mi enfoque está en ello hasta que termino y vuelvo al mundo real. Lo mismo me pasa cuando me estoy bañando y el único denominador común es el agua. Ah, y de que algo está sucio.
Tiempo después de estando haciendo entendí por qué lo considero mi tiempo de meditación y es porque no tengo acceso tan directo al celular. El resto del tiempo, el celular es parte de mí, está ahí conmigo para donde sea que voy. Algunas veces, de manera inconsciente; podría decir que es una costumbre a la cual estamos inmersa en esta era digital. Para bien o para mal, siempre está ahí cerca, excepto cuando estoy lidiando con agua.
Por tal razón, muchas veces aunque cocine, también friego sin problema alguno. Aunque sea fiel creyente de la regla no escrita que estipula: “Quien cocina, no friega”. Todo hogar debería tener esa regla escrita en un letrero en su cocina, solo digo. Para mí, al igual que bañarme, es un momento donde me hago preguntas, surgen respuestas, toco base con mis sentimientos y agradezco internamente por cosas que están y no pasando.
Por ejemplo, uno tan cercano como anoche, me acordé mientras me bañaba a las 11:17 p.m. que iba a ser mañana (o sea, hoy) y aún no había escrito el newsletter. No sé qué pasó esta semana que, para mí, se fue volando y por más que estuve pensando “tengo que escribir”, por poco se me olvida, dan las 7 a.m. y no reciben este newsletter. Fue en ese momento, donde supe de qué iba a escribir. Debo admitir que empecé, pero me dio sueño, cogí un pequeño nap hasta las 3:09 a.m. y ahora estoy terminándolo a las 3:36 a.m.
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