Poder decir adiós es crecer
Una línea de Cerati me hizo pensar mucho con demasiado
En el 2006, Gustavo Cerati sacó una canción llamada Adiós en su álbum Ahí Vamos. Desde hace unos años para acá he estado escuchándolo y, con la música en general, me he dado cuenta de que no presto completa atención a la letra hasta luego de escuchar la misma canción varias veces. No recuerdo en qué momento en específico le presté atención a esa oración donde él canta: “Poder decir adiós es crecer” (quizás, le estaba cantando desde el pasajero a Melody). Había escuchado mil veces la canción y, hasta me sabía esa parte, pero nunca la profundicé; creando un momento de introspección cuando le di un significado. Comencé a atar la frase a diferentes momentos de mi vida donde decidí decir adiós y cómo esas decisiones me han hecho crecer, sin embargo, tener la valentía de dar el paso es un proceso del cual no se habla mucho. “Es mejor malo conocido que bueno por conocer”, cuánta razón; aun así, normalizamos sentirnos mal, no estar cómodos y callar, por tal de no interrumpir el ritmo de la costumbre.
Desde el otro lado, cuán fácil se nos hace decirle al otro: “Vete”, “Renuncia”, “Córtale”, etc., etc., etc. Tenemos un don grande para ponernos sólo un zapato de la otra persona, aquel que está completo y nuevo, no en el que la suela está a dos pasos de romperse, sin cordones y el color no es el mismo de cuando lo sacaron de la caja. En muchas ocasiones, no es un acto con malas intenciones, se busca el bienestar de quienes queremos, y creemos entender todo el problema porque existe la posibilidad de que no sea la primera vez que nos cuenta su situación y nos preguntamos: “¿Por qué sigue ahí, entonces?”. Recibir soluciones “fáciles”, las cuales muy, muy, muy dentro de nosotros sabemos que es lo “lógico”, no ayuda. Sin embargo, a veces escuchar es suficiente, otras veces, generar esas preguntas para crear una conversación al respecto sobre cómo poder acompañar en el proceso o entender de manera honesta cómo se siente la persona con relación a todo, tanto el presente como el futuro incierto.
He estado en ambas caras de la moneda, pero quiero enfocarme en esa parte donde me tomó días, semanas, meses y, en ocasiones, años, poder decirle adiós a algo. Reconocer la incertidumbre que conlleva una gran decisión, esas que llamo drásticas porque sé que afectarían diferentes aspectos a los cuales estaba acostumbrado para poder darme una oportunidad de esperanza ciega. Luego de varias oportunidades a la situación, verla desde perspectivas más optimistas, tratando de buscarle el significado al momento y dándole “tiempo al tiempo”, y mientras todo esto pasaba, continuaba minimizando mi valor sin estar consciente. Dar el paso es más fácil decirlo que hacerlo cuando no se sabe si es el correcto, pero cuando lo haces una vez, lo haces dos, tres, cien, mil veces; no por arte de magia, sino porque con cada paso vamos creciendo por fuera y por dentro.
Una línea de Cerati me hizo reflexionar sobre esas partes de mi vida en el pasado, ayudándome a percatarme de cómo crecemos desde diversos espacios y situaciones, algunos no tan agradables como otros; aun así, la valentía de decir adiós, de irme, de verbalizar mi incomodidad, y de darme el valor que merezco, sólo ha incrementado. Como quiera, a veces, me cuestiono bastante, no es que vaya a desaparecer ese temor, pero he notado que es más rápido hacerme consciente y querer actuar, a diferencia de antes. Todavía hay espacio para crecer, no tengo ni la menor duda de ello; lugares de los cuales debo irme y conversaciones honestas que debo tener. Luego de tanto tormento, se siente la paz. Seguiré escuchando música a ver qué otra línea o verso me hace generar este tipo de introspección sin querer, pero necesario.
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