2023, el año en que dudé de mí
A veces hay que caer más de una vez para aprender a cómo levantarse
Pensé en muchas formas sobre cómo comenzar este escrito… Ninguna parecía ser la correcta. No me equivoqué al escribir el título, este fue el año en que dudé de mí. Hace mucho tiempo no carecía de la seguridad para dar un paso o no darlo. Según Melody (mi novia), fue mi seguridad una de mis virtudes que hizo que ella se enamorara de mí y pudiéramos comenzar nuestra relación a distancia. No obstante, estuve varios meses en este 2023 sin ver la luz al final del túnel. ¿Por qué? De eso se tratará este escrito, entre otros detalles.
Luego de 4 meses en Boston, la época festiva había acabado y continuaba mi búsqueda de trabajo. Mi enfoque principal era continuar en la industria de los libros, pero en Estados Unidos. A pesar de aún ser parte de Libros 787 en ese momento, sabía que tarde o temprano iba a romper lazos con el proyecto. No tuve éxito por más investigación y modificaciones que le hice al resumé a lo largo de la búsqueda. Llegué a tener buenas entrevistas, inclusive pensé que en alguna de las editoriales había sido el elegido, pero no… “Gracias por haber solicitado”, fue el email que recibí, también.
Tuve el sueño de ser parte de la producción de los libros, pero mi realidad no iba acorde a las expectativas americanas, al parecer. Mi bachillerato fue en Psicología, mi experiencia laboral fueron 5 años en la venta de libros en Puerto Rico. No tenía educación basada en literatura o en inglés, tampoco mi experiencia era enfocada en alguna especialidad dentro de la industria. Pensaba que hablar apasionadamente de todo lo que había aprendido sobre libros a través de los años iba a ser suficiente y no fue así. Hablé con cuanta persona pude y tampoco pude hacer mucho avance. El sueño se volvió una pesadilla y el cuestionamiento acerca de mi capacidad para lograr reconocer en qué otra área podría sobresalir se volvió presente día a día.
Comencé a buscar trabajo en otras áreas y no veía ninguna que me llamara la atención. Sino era que carecía de estudios o experiencia suficiente. Los síntomas de depresión comenzaron a aparecer por la forma en que me expresaba acerca de mí, sobre el pasado y el futuro. Lloré, lloré mucho; toque fondo más de una vez. Me sentía como un fracasado y una carga para Melody por no saber qué hacer. La mente se me nubló por completo y no tenía energía para seguir moviéndome por todos lados hablando con cuanta persona podía. Siempre suelo tener un plan para todo y, cuando ese no funciona, saco otro hasta que logre resolver. Fue en ese momento donde tomé una de las decisiones más drásticas, irme de Libros 787.
Luego de 5 años en el proyecto, sabía que había llegado el momento de moverme hacia un reto nuevo. Pero ¿cómo se hace eso cuando el reto nuevo no ha dicho presente? A ciegas. Confiando. Creyendo. Decidí vender mis acciones y soltar lo último que me ataba al pasado para poder avanzar. Justo en ese momento, no comencé una nueva búsqueda de trabajo, sino una nueva búsqueda sobre mí mismo. Explorando desde una nueva perspectiva qué me gusta y qué no me gusta; en dónde me veo y en dónde no me veo. Ese ejercicio me tomó muchos meses y poco a poco fui descubriéndome hasta lograr reconocer a una persona nueva y, a la vez, no tan nueva en mí.
Intenté adentrarme en la programación, también en el UX design, cogí un curso de project manager, ofrecí servicios de escritura y edición, tomé un curso de copywriting… Y en ninguno me visualizaba haciéndolo a largo plazo. Ni tan siquiera escribiendo, no quisiera que mi pasión y talento se transformara en un trabajo. Sin embargo, todo esto lo supe dándome la oportunidad a explorar aquí y allá. Cada vez iba conociendo una parte nueva de mí hasta que llegué a la conclusión de que luego de escribir, lo mejor que me sale hacer es escuchar y ayudar a las personas. A pesar de que me encontraba en el hoyo, nunca dejé de darle la mano a todo aquel que me lo pidiera, fuese conocido o no.
Irónicamente, pedir ayuda no es algo sale de mí fácilmente. Intento lidiar con mis problemas de la forma más discreta posible, ocultándome tras una sonrisa o un chiste para despistar cualquier rasgo de tristeza que pueda presentar. No es hasta que logre vencer al mal que puedo sentarme y ser vulnerable. No todos mis seres queridos sabían esto y puede que se enteren hoy, pero quiero que sepan que no lo escribí para que supieran lo mal que llegué a sentirme, sino en lo que eso se transformó. Hubo personas claves en el proceso con las cuales tuve conversaciones en diferentes etapas y aportaron a que al final del año todo fuera distinto de manera positiva.
¿Qué me hubiese hecho sin Melody? No lo sé. La cantidad de veces que me escuchó decirme “fracasado” y la misma cantidad de veces que sacaba palabras para levantarme el ánimo, recordándome todo lo que había logrado a mi corta edad. Expresando lo orgullosa que estaba de mí por las diferentes decisiones que había tomado y enfatizando el amor que está presente en el hogar a diario. Ese apoyo incondicional de “vamos a superar esto” nunca perdió fuerza. Definitivamente, fui bendecido con la pareja que el destino de una forma y especial puso en mi camino.
¿Qué sería de mí sin mi madre? Mami nunca supo todo, pero sí lo suficiente para decirme lo siguiente: “No estás empezando de 0, estás empezando con experiencias que antes no tenías”. Además de que siempre me enfatizó que todo a su tiempo y, en ese momento, solo veía el tiempo irse de mis manos. Más adelante, tuvo razón.
¿Qué hubiese pasado si no estuvieran Janbo y Angelisse? De todas mis amistades cercanas, fueron los únicos que quise molestarlos con mi sentir. Al darme mi espacio y escucharme, aportaron a que retomara mi carrera profesional. Sabes que alguien te está prestando atención cuando sus preguntas y respuestas así lo reflejan. Estaré eternamente agradecido con ellos.
Dicho todo eso, quiero mostrarles en qué se transformó mi año cuando hubo gran parte en que dudé de mí.
Hikaru siguió demostrando ser la mejor gata del mundo.
Recordé que comencé este newsletter en abril y hay 456 suscriptores hasta ahora.
Tengo trabajo, no en lo que quiero, pero ayuda económicamente al hogar y es súper chilling.
Volveré a estudiar, haré mi maestría en Trabajo Social en UConn.
Tengo una ahijada, se llama Cecilia Valentina y le regalaré muchos libros.
Hablando de libros, retomé con muchas fuerzas mi amor por ellos (me ayudaron a despejar la mente) y estuve todo el año leyendo más de lo usual (hago reviews en mi Instagram y Twitter).
Por último, y no menos importante, publicaré mi primer libro “El bachillerato: Donde todo y nada pasa” el 25 de enero de 2024.
Recuerdo el 31 de diciembre de 2022, Melody y y yo nos estábamos bañando juntos, cuando le pregunté: “¿Qué esperas del 2023?”. Para ese momento, ya sabía que estaba aceptada en Yale y su respuesta se inclinó a la nuevo reto que se le avecinaba. Luego, me preguntó lo mismo, y le respondí que la vida en el 2023 me iba a sonreír porque reconocía lo buena persona que soy. Al principio, me pateó y me tiró contra el piso para ver de qué estaba hecho. Algunas veces, necesité una mano ajena para levantarme hasta que aprendí a caer y a cómo levantarme solo sin que doliera. Además, aprendí que nunca es tarde para comenzar de nuevo o para lograr algo. Estoy orgulloso en lo que me convertí luego de tantos cantazos.
Parece un final feliz, ¿verdad? Así fuera si en realidad este fuera el final, en este caso, es el inicio de nuevas etapas.
Mi libro El bachillerato: Donde todo y nada pasa está disponible en Amazon.
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Muchas gracias por leerme, te lo agradezco.
Amé este. Abrazo 🫂
Este newsletter ha sido mi favorito del año. Súper orgullosa de que le pudiste ganar a esos sentimientos negativos. Sé que el próximo año estará lleno de bendiciones para ti y para Melody, se merecen eso y mucho más. Estoy ansiosa de ver lo que les espera.